Relatar las emociones de un escritor tras presentar su novela en público puede ser un ejercicio repleto de frases hechas, de simplismos que no hacen, sino abaratar lo que más tarde ocupará un lugar en la memoria.
Recurrir a conceptos como agradecimiento, emoción y felicidad para describir la imagen de una librería abarrotada dista mucho de la buena literatura, o de la precisión que se autoimpondría un cronista.
Magia y orgullo
Las palabras magia y orgullo son conceptos narrativos tan indeterminados que bien podría aplicarse en la distancia.
Sin embargo, yo, que estuve allí, y participé en uno de los actos más importantes en mi carrera como escritor, os aseguro que no encuentro mejores herramientas que las expuestas para describir la puesta de largo de mi novela Cien cruces arrastradas.
No pretendo con estas palabras resumir un evento que abordó no solo el origen y el sentido de la novela, sino el lugar, a veces terrorífico, en que sobrevive un escritor durante el proceso creativo, porque me es imposible.
Jamás olvidaré
Pero sí transmitiros que jamás olvidaré a quienes llenasteis un escenario mítico, incluso místico, como la librería Antonio Machado, para recibir con bondad mi tercera novela.
Y aunque a veces la palabra se devalúe –injustamente– con alusiones manidas, hoy me escudo en ellas para decir: ¡muchísimas gracias!
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