Recordaremos el día en que dejamos las puertas abiertas, para que el lodo, con sus músculos baratos y aceitosos, tocase el pan de nuestra mesa, y la mano amiga del visitante, y el derecho de nuestras madres a decir No, y la dignidad de quienes lloran al pie de una cuneta. Recordaremos el día en que hicimos oídos blandos al ruido, y a palabras como reconquista y regeneración, y a banderas rescatadas para disparar con bala. Recordaremos el día en que prendimos fuego a todas las llaves del mundo, y a todas las cerraduras del mundo, y a todas las puertas que nos (me) alejan de quienes ven en los muros de mi ciudad un paredón inmaculado.
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