Mi email: contacto@joseluis-diaz.com
Entre el saber y lo inútil

En su brillante discurso Elogio del saber no rentable, Juan Goytisolo confesaba su atávica predilección por los saberes inútiles. Y lo hacía anteponiendo dos conceptos que él consideraba contradictorios: educación y cultura.

Entre el saber y lo inútil

contra_sagradas_formas-GoytisoloEl primero se configura como el cauce formal para la adquisición de conocimientos prácticos, la mayoría técnicos, y siempre destinados a lo inmediatamente rentable. El segundo se vincula con el saber, con la formación humanista e intelectual, con el desarrollo de la creatividad artística.

La imparable tecnificación de las sociedades occidentales han vigorizado lo educacional, hasta el punto de convertirlo en una pieza más del engranaje productivo. Todo cuanto entorpezca, por omisión, el desarrollo del sistema se descarta. Aquellos conocimientos que no se puedan monetizar se tacharán de inútiles, de excéntricos, de banalidades que ablandan el compromiso de la juventud con el desarrollismo.

Pertenezco a una generación que primaba el estudio de las ingenierías frente a las humanidades, que angostaba las pasiones del estudiante con los apetitos del mercado laboral, que frustraba sin pudicia su deseo de saber y conocerse.

¿Y qué decir de la visión parasitaria que nuestros padres tenían y tienen del arte, o del conocimiento de otras lenguas, más allá del inglés? Lo práctico, lo oficial y lo certificable eran nuestros bienes de primera necesidad, por encima de cualquier aspiración. Hitos que debían abrirnos las puertas del poder y hoy nos hacen moribundear en sus márgenes.

El saber instrumentalizado

Goytisolo remata su artículo con la siguiente reflexión:

El saber instrumentalizado con digno a una carrera brillante dejo de interesarme hace mucho tiempo. Una charla de café con amigos marroquíes poco instruidos, pero dueños de una envidiable inventiva verbal se adapta a mi manera de ser, a una concepción de la vida ajena a toda gloria académica. A mis 76 años sigo aprendiendo palabras como un colegial, aún a sabiendas de que desaparecerán inexorablemente conmigo. No sé si ello es un síntoma de inquietante inmadurez o el resultado de la divisa socrática grabada en el frontón de Delfos y que, traducida nuestra lengua, reza simplemente: conócete a ti mismo.

¿Cómo reconocerse en el engranaje, en esa biela, para algunos mayestática, que nos conduce a la repetición, a la sordera, a la condescendencia con el otro? ¿Por qué no elegir simplemente las palabras?

Palabras, sí. Palabras nuevas. Vocabulario que no guarda relación con el producto y sí con el viaje, con la deriva, con nuestra llegada a Ítaca, solo emprender de nuevo nuestra travesía frugal. Palabras que morirán cuando se imponga el silencio.

En la plaza de Yemma el Fna

En la plaza marroquí de Yemma el Fna, cohabitan el silbido arenoso del Atlas y el acento de los mercaderes rifeños. También los rítmicos redobles de los inmigrantes subsaharianos, y las muecas de los turistas que regatean esforzadamente por abalorios de cobre.

La plaza, territorio extenso que se nutre del viento y de ese relato anónimo que navega por las arterias de la medina. Antes inmaculada, exhibe hoy las heridas causadas por un terremoto que se ha tragado a más de tres mil personas y amenaza con la intemperie a otras muchas.

¿Y qué hicieron, o hicimos los muchos foráneos que se alojaban en la ciudad, solo para adquirir productivamente experiencias y visiones?

Lo más práctico: abandonar sus riads con los primeros temblores, justo en el instante en que la ciudad dejó de ser postal para convertirse en infierno. Y correr, claro, hacia el aeropuerto para confirmar ante las cámaras de televisión, y en larguísimas colas de embarque, su buena suerte, su pragmatismo, su solidaridad (manida palabra) con quienes ocupaban ya las cableadas esquinas del desastre.

Nadie quiso conocer las voces enterradas bajo los escombros. Voces extravagantes, de gramática inútil, que algún día decidirán entre salvarnos la vida o reproducir su saber en inglés.

Add Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *