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En las fronteras, tiemblan siempre los seres desnudos y no existe la palabra. En las fronteras, perecen sin auxilio los años rotos. En las fronteras, el valor pende de un oscuro espigón. En las fronteras, se debate febrilmente con el frío y ciegamente con el ruido. En las fronteras, los dioses esparcen aire con una venda en los ojos. En las fronteras, hay pasión. En las fronteras, los “invasores” ansían invadir los desgastados eriales de su memoria. En la frontera, quienes caminamos, observamos y callamos ante la tragedia moriremos cogidos de la mano.  

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