Mi email: contacto@joseluis-diaz.com
AMBOS EN EL MISMO VERSO

Masticas con esfuerzo este zumo de naranja. Me indigna que lo hagas con gusto, que alces el vaso en señal de triunfo y asumas públicamente que no hay nada mejor en el mundo —o dentro de esta habitación de paredes pálidas que ahora condensan tu vida como si fuera una dócil miniatura— que pudieras beber salvo este zumo de naranja.

Apoyado en esta ventana, amortiguo el peso de la luz en tu cuerpo. Solo así, reconstruyéndote entre sombras, consigo verte en pie.

Y cuando alzas por segunda vez el vaso en el que refulge tu maldito zumo de naranja, dices: «¿Has visto qué bien me tratan?». La enfermera —que ahora nos invade con su atenta mirada, con sus maneras diligentes y recias— sonríe, y comete el error de ofrecerte una segunda dosis, como si el tuyo fuera un cuerpo desahuciado, como si un exceso de blancura te hubiera mutilado el sentido del gusto. Y yo digo basta. No habrá un segundo zumo. No habrá ternura para un hombre robusto que ahora se deshace bajo un babero.

Me censuras sentado en el sillón. Tu gesto es tan débil que lo confundo con un gemido. Se leerte, por supuesto, pero en este momento no quiero. No asumo la resignación con la que bebes de ese vaso imperfecto. No asumo que te dejes llevar en manos de quien solo ve en ti un cuerpo enfermo.

Nunca te he pedido el verbo. Nunca te exigido la fuerza ni la curiosidad. Jamás me habrías regalado la métrica que necesitan mis deseos. Pero ahora, en este preciso instante, te reclamo, te imploro, te demando la inmortalidad. Levántate, pues, y demuestra que tu piel flácida y tu rostro amoratado son solo una fachada. Asegúrame que muy dentro de ti aún bulle la rabia que tanto odié.

Y sepulta —con esa torpeza visionaria que tanto me ha enseñado— el único verso de Joan Margarit que sigues recitando  en la penumbra: «Hemos llorado por la muerte, que aún es más injusta si tras nosotros queda un desamparo».

Add Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *